Mujeres Maya y su Mundo de Poesía
Dinitia Smith
Dinitia Smith
Las mujeres mayas de la tierras altas de Chiapas, al sur de México, son extremadamente pobres, y muchas, especialmente las ancianas, analfabetas.
Las más pobres sólo tienen unas cuantas mantas, algo de ropa y algunos utensilios. Pero lo que sí poseen es poesía, para sorpresa de Ámbar Past, poetisa mexicana nacida en Estados Unidos que se topó con las mujeres mayas por primera vez hace 30 años. Past, de 55 años, fue a Chiapas en 1973 como hippie y ama de casa renegada, según su propia definición, huyendo de un matrimonio infeliz. Se hospedó con mujeres mayas y aprendió tzotzil, una de la lenguas mayas locales.
Past cuenta que al escuchar a las mujeres se dio cuenta de que a veces hablaban en verso, con pareados y brillantes metáforas. "Me sentí profundamente conmovida al oír en aquellas cabañas de barro esos hermosos e imponentes versos, que en ocasiones recordaban a versos y frases pronunciados o escritos hace 500 años", afirma. Algunas palabras se parecían a las del Popol Vuh, el libro sagrado maya sobre la creación. "Viven sin comodidades", explica Past durante una visita a Nueva York en abril. "Aun así, la poesía es un elemento esencial de su vida diaria".
Ahora, después de 30 años de trabajo, 150 mujeres mayas del Taller Leñateros, un colectivo de fabricación de papel y libros fundado por Past en 1975 en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, han creado el que podría ser el primer libro de poesía femenina maya escrito casi íntegramente por ellas, y traducido al inglés. La obra, Incantations [Conjuros], es un volumen de curiosa belleza con 295 páginas de papel reciclado y hecho a mano con ilustraciones serigrafiadas. La portada es una representación tridimensional del rostro de Kaxail, la diosa maya de la naturaleza, en cartón reciclado mezclado con hebras de maíz y café. No tiene ojos y observa con un poder misterioso. (Fue diseñada por Gitte Daehlin, un artista noruego que vive en el cercano estado de Oaxaca.) Incantations contiene conjuros e himnos grabados por las mujeres y Past, que los transcribió y tradujo del tzotzil al español y al inglés. Como miembros de un colectivo, las mujeres comparten trabajo y beneficios.
Robert M. Laughlin, comisario de etnología mesoamericana y caribeña del Instituto Smithsonian, que ha publicado dos diccionarios de tzotzil, dice de Incantations: "Existen muy pocas publicaciones sobre la vida de las mujeres mayas en su propio idioma, y ésta ofrece toda una visión de la cultura jamás vista". (Los hombres mayas de Chiapas también incorporan la poesía en algunos de sus discursos formales y religiosos, pero ese grupo ya ha sido bien estudiado, afirma Laughlin).
Past descubrió la poesía de las mujeres en 1975, cuando una epidemia arrasó el pueblo de Magdalenas, cerca de donde ella vivía. Cuenta que fue a San Cristóbal, la ciudad grande más cercana, en busca de ayuda, pero que ningún médico acudió. Fallecieron muchos niños, afirma. En el cementerio vio a una mujer que llevaba a su bebé muerto estirado sobre una tabla y envuelto en un chal para su entierro. La madre le ofreció al niño muerto un último sorbo de Coca-Cola y murmuró una oración, que Past todavía recuerda:
Toma este dulce rocío de la tierra / toma esta miel. / Te ayudará en tu viaje. / Te dará fuerza en tu camino.
Un motivo por el que la gestación de Incantations llevó tanto tiempo, señala Past, que se convirtió en ciudadana mexicana en 1985 y ha publicado 10 libros en México, es que algunos conjuros duran días. Transcribió cientos de horas de cintas, de las que seleccionó los versos esenciales. Los poemas de Incantations mezclan metáforas antiguas con otras abiertamente contemporáneas. Un poema, de Xpetra Ernándes, es Brujería para atraer a un hombre:
Quiero que venga con flores en el corazón. / Con todo su corazón, / quiero que le hable a mi cuerpo. / Quiero que le duela la sangre por mí / cuando me vea de camino al mercado. / Tonik Nibak tiene una pieza colérica, Maleficio para asesinar al hombre infiel: / Que 13 diablesas, 13 diosas de la muerte, / extingan su nombre. / Que el viento desatado en su cabeza, en su corazón, / apague su vela. / Que muera en la carretera. / Que le atropelle un coche. / Una bicicleta. Que se rompa una pierna. / Si se muere, yo me reiré.
Dinitia Smith. New York Time
Fuente: Aymara Uta
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