lunes, diciembre 18, 2006

Octubre: Encuentro de poetas, por Lila Calderon


Coquimbo fue el lugar elegido como destino de un singular encuentro poético, para mujeres de palabras agudas y ojos bien abiertos. “Con rimel”, el Encuentro Internacional de Mujeres Poetas del Cono Sur, se realizó entre los días 5 y 7 de octubre de 2006, en la ciudad de Coquimbo, IV región. Su objetivo era exponer la propuesta escritural de poetas chilenas y argentinas, que son consideradas representativas dentro de sus países en el escenario de las letras. El llamado era también una instancia en la cual plantear una reflexión acerca de las preocupaciones, temáticas, nuevas formas de escritura y las características de estos discursos, entre otras problemáticas, que de modo general diesen cuenta del estado de la poesía femenina en la actualidad.
Desde Argentina concurrieron a la cita las poetas: Marina Alessio, Gabriela Bejerman, Romina Freschi, Anahí Mallol, María Mariasch, Claudia Masin, María Medrano, Cecilia Pavón. Las chilenas convocadas fueron: Soledad Fariña, Graciela Huinao, Fanny Campos, Rosario Concha, Damsi Figueroa, Karen Toro, Marcela Saldaño, Malú Uriola, Eugenia Prado, Verónica Quense, Nadia (Campos) Prado, Alicia Salinas, Priscila Cajales, Gladys González y Lila Calderón, entre otras figuras de la Región. Y como invitadas especiales las poetas Marcia Mogro de Bolivia y Angélica Freitas de Brasil.
De manera extraoficial fueron incluidos también en este encuentro, algunos jóvenes poetas como: Héctor Hernández, Benjamín León, Pablo Paredes, Víctor Hugo Díaz y Enrique Winter, invitados especiales que permitían proponer un espacio de integración a la otra voz. Cabe señalar que no todas las invitadas asistieron a la cita, por lo que mencionaremos sólo a las que presentaron sus textos en la Casa de la Cultura de Coquimbo, sitio oficial del Encuentro.
A la hora de destacar, clasificar, definir o nombrar las preocupaciones temáticas más recurrentes surge el primer problema. Existe diversidad de tonos y motivos, voces y matices. Conozco gran parte de la obra poética de la generación anterior ya reconocida; pero me causó un secreto placer oír tanta audacia y fuerza en las voces nuevas, todas muy interesantes, como en el caso de la chilena Karen Toro (1980), y el poema 3 de su libro “El silencio crece en el jardín” : ¿Sabías que ayer se abrió la temporada de caza?/ por eso vamos a soltar los perros/ para que vayan a rastrear tus olores/ tus zumbidos./ Yo por mi parte,/ con paciencia,/ me tenderé al sol/ esperando que mis perros/ regresen con vida. En otra línea de intensidad semejante, Damsi Figueroa (1976), revisita el paisaje mitológico con un matiz crepuscular en su poema “Apocalipsis del motivo”: Toda la fauna reflejada en una fuente/ La bestia con los cuernos rotos/ La bífida descamada/ Semen sobre las plumas del cisne/ Sobre su cuello blanco y su pico sepultado/ Semen sobre su ala rota// Se desgranan las pupilas del cordero/ Las vértebras del cisne, como frutos/ maduros en la fuente// Y tú, que sólo imitas el dolor del siervo herido,/ Nada puedes hacer para lavar la sangre de mis ojos./ (Tu lengua está limpia)/ Nada puedes hacer para que tu canto arda.
Especial interés despertó la poeta mapuche Graciela Huinao (1956), en una lectura bilingue mapudungun-español, que con un cariz de rescate identitario, recuperó la voz de los ancestros, puso en escena las raíces de una poesía vinculada a la oralidad y la vibración musical de la palabra, en su relación integral con la naturaleza. Así vivimos la experiencia con su poema “Los gansos dicen adiós”.
El humor en todas sus tonalidades estuvo presente en los textos, pero el dolor sin disfraces también dejó caer las vendas y la piel, palabra a palabra. La poeta María Medrano (1971), de Argentina, desplegó, en un juego que en un principio aparecía como un monólogo ingenuo, ingredientes cada vez más cercanos al desconcierto, a través de una hablante que expresa su aflicción –casi vanal- en la escena claustrofóbica del poema ”Lima de carey”: abro y cierro el cierre de mi bolsito manicure/ y vuelve a llamar ella/ reclamándome la lima de mango de carey./ jamás se la voy a dar no por la lima/ sino por la historia sentimental/ por tantas lágrimas que hicieron/ barro con el polvillo de mis uñas/ apretando el carey, para evitar otra lágrima/ y mirar/ fijamente la uña limada, para no demostrarle que estoy llorando./ ella sabe./ por eso llama/ y la reclama./ ella quiere esa lima/ ella quiere mi lima./ ella quiere/ que yo deje de mirar su mango/ de carey/ ella quiere que la mire a ella/ pero no la voy a mirar. esa lima de mierda, me dice ella/ esa lima de mierda no vale nada./ yo sé./ yo sé./ no le voy a dar esa lima de mierda/ a esa que era mi/ amiga/ y que ahora me llama/ reclamándome/ esa lima de mierda de mango de/ carey/ que no vale ni tres pesos/ y que es mía/ porque ella me la regaló/ porque ella la compró para mí./ para mi cumpleaños/ ella no tiene idea de lo que es/ cumplir 23!/ Ahora me voy corriendo/ a publicar este poema en la revista de/ moda/ para que todas mis amigas/ sepan que ella me reclama la lima/ de carey.
En un escenario de violencia coreográfica, que atrae por los destellos y luminosidades que encienden las imágenes de una acción delicadamente destructora, en ”New York City Subway”, Anahí Mallol (1968), de Argentina, expresa: Pestañas/ postizas/ de azul metalizado./ En los labios/ brillitos de chivréal tono./ Y plumas,/ muchas plumas./ Hombre/ vestido de azul oculto/ por el taco/ aguja/ de sandalia/ (cherchez la femme) / pies desnudos/ lucientes/ de uñas/ azules/ metalizadas/ (dans la nuit)/ delicada flor azul/ soñada por Novalis/ -he´s a queen/ really a queen/ la femme/ bleu dans la nuit- / camina / como si nunca se hubiera sorprendido/ de nada./ Hay tensión en el aire./ Las cosas/ la gente comienzan a moverse. / Un frágil equilibrio/ un mundo/ donde la vida/ sólo puede/ provenir de la muerte. /Tres veces disparó./ No vi a la chica/ pero vi que gritaba.
Un texto que se abre a una dramática escena, donde todo ocurre casi cinematográficamente y el telón desaparece para dejar ver la crudeza de la secuencia, en plena vía pública, en plena vida pública. Anahí Mallol, poeta y crítica, escribió acerca del trabajo escritural de sus congéneres, en “Mujeres que buscan, cambian, se divierten: poetas argentinas”: “Ahora, que conviven con el lápiz Revlon, que juegan con las figuritas de Sarah Key, que crecieron acunados/as por modelos-muñecas anoréxicas, y son tan gordos que deben inventarse consuelos, ahora el maquillaje, las muñecas, la tele, el sexo, la madre (desdramatizados, visto con serenidad y distancia su espesor trágico que así se adelgaza, se vuelve cómico o se asume como una máscara o disfraz para el juego y la experimentación) están ahí, diciendo, y sin querer decir más que lo que dicen: de esto, de esta mezcla de discursos, estamos hechos”.
A la hora de establecer paralelos y trazar diferencias o semejanzas, entre quienes escriben con vista al Pacífico y quienes lo hacen de cara al Atlántico, no se encuentran aristas radicales para tomar en cuenta. Quizás habría que ampliar el espectro, ya que, después de todo se trata de un grupo pequeño. Pero, ya el hecho de poseer un lenguaje expresivo en común -la poesía-, sugerirá en los textos preocupaciones comunes para dar cuenta del espacio que se habita, recorrer el laberinto y descubrir sus salidas, si las hay, encender el fuego, dar la voz de alerta, detener la sangre, emitir el grito, saludar la vida, cuidar las semillas, lavar las heridas, entre otras acciones compartidas también por millares de mujeres, que en el curso de la historia, recolectaron la miel o pintaron bisontes, sin haber puesto una firma que permitiera definir la identidad, el género, o un nombre travestido.
La crítica Patricia Espinosa dice en “Panorama de la poesía chilena de mujeres: 1980-2006”, que nota una presencia constante del cuerpo agredido y sensibilizado, que se expresa en la escritura a través de la experimentación y el riesgo. También considera a la ciudad asumiendo el rol de personaje y a veces cómplice en el tránsito por los márgenes donde se afirma este gesto de resistencia, asistimos –dice Patricia Espinosa-, “cada vez más a los cruces de la poesía con géneros como el testimonio, la crónica, el diario”.
Y para cerrar con poesía, Marcia Mogro, de Bolivia, con un texto de su libro “Lacrimosa” de 1988: azul mirada cielo plateado/ tiembla/ con el corazón vacío/ replegado/ bajo un clima delirante/ de barbarie y destrucción/ evoca (como en un sueño)/ el desplazamiento de las mareas/ de sorprendente e implacable factura/ (piensa en la piedad/ inmaculada/ absorta en la melancolía)/ al borde/ sostenido apenas ante la hondura/ amplía la memoria/ que se ilumina/ invadida por la imagen lenta, fuerte y poderosa/ de nuestros cuerpos contemplando/ el humo de un barco distante/ en tiempos de invierno y mar brava/ (lacrimosa/ alarga su mano en la oscuridad/ sólo para estar segura que estás ahí).
Cabe destacar el inmenso esfuerzo de Gladys González en la organización de este Encuentro, ya que instancias como éstas son las que permiten ampliar fronteras, concertar voces diversas y por sobre todo difundir la poesía.
*Este texto saldra en la revista de la Fundacion Neruda proximamente

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

gracias lila .edu

diciembre 24, 2006 11:20 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La poesía da vida, entonces hay que abrir más espacios de encuentro.

diciembre 31, 2006 11:35 a. m.  

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