viernes, septiembre 29, 2006


Nadia Campos-Prado (Chile)



Al vaciar el corazón para decir quién soy, a veces no lo sé. Tal vez sea una provinciana, perdida en tanta división administrativa. Pero vivo en este lugar, conquistado por antiguas ambiciones. Me vejaron, con armas y fuerza. Mi provincia es un pedazo de tierra que se integra a los imperios sucios del deseo. En este trozo vivo. No puedo incrustarme en el balcón antiguo y ajeno de la prosperidad rubia. El horizonte blanco escupe estas mechas tiesas. Mi provincia es una extensión de terreno al que se le da ese nombre sin que sea una provincia, soy por error. Vivo en este país de zonas erradas y conceptos perdidos en el paladar hambriento de una cara caoba. En el rostro que dentro de la nación hace fronteras en barrios, expectantes frente a la prosperidad, otros avergonzados en la hambruna que fluye como río. Vivo este pedazo de tierra ambivalente, oblicua; la provincia, un país, un barrio, provincias de carne entre carnes. Me ubico en la orilla del alimento, naufragando, siendo nativa entre todos, suelo hablar de mi país, soy como una provinciana sufriendo cierto tipo de provincialismo, me apego, hago de este lugar mi predilección, me apodero de sus actitudes. Es el único sitio donde he vivido, no soy migratoria, no logro sostenerme en territorios alejados, no me adapto con facilidad en estos kilómetros de gente extraña. Este, es el terreno que me pertenece. Otros lugares, otras aventuras me agotarían demasiado, las hazañas me inmolan y el porvenir no existe. Los continentes restantes son sólo tierra paralizada. La nostalgia, a veces, provoca problemas de arraigo enfermizo, dolencias, penas, tristezas. Ese corazón que te consuela, ausente, sin patria en su carne muerta, sin filiación vagando en esa pena después de perder un bien preciado. Sufro de este provincialismo cuando el habitáculo está frío, cuando la cama está anegada de ausencia, cuando la casa no existe. La calle impregnada en la ciudad, se ausenta en tanto aburrimiento.
Me desprendo, el habitante que he querido ser se ha ido.
La pereza retorna.

Soy la propia muerte que viene a colonizarme sin resistencia.


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