martes, septiembre 26, 2006

Gabriela Bejerman (Argentina)



tres

cuando llegamos a la fiesta
recorrimos los salones
besos, pequeños abrazos, hay que apretarse contra la gente pegajosa

escurriéndonos para encontrar nuestro secreto
llegamos a un cuarto
una enorme biblioteca con árboles adentro
sus paredes llenas de lomos retorcidos con letras doradas
y opacas letras azules y negras que hablaban de oscuridad
los árboles parecían de navidad, de ellos colgaban
raros regalos, no se sabía para quién, tal vez para nosotros

dejé mi sombrero sobre el sillón
los dos dijeron que era mala suerte
lo habían visto en una película
muchas veces
y a la chica muerta la encontraban verde arriba del techo de la habitación del hotel

no sabía dónde ponerlo
así que vos fuiste simpático y lo elegiste para estrella de un árbol
que llegaba al techo de alto
tenías que treparte por las ramas de plástico
era difícil, se rompían, te lastimaban las piernas pero vos no sentías nada
sólo querías que te filmáramos con los ojos abiertos
ella y yo
vos y yo
mirando cómo él
subía el sombrero de estrella por el árbol y se hacía el poeta chimpancé

yo sé que vos no te pusiste celosa
no es por eso que fuiste a abrir algún paquetito
sino porque tus sachets de curiosidad se te rompían, hermosa
y yo no sabía a quién mirar

te bajaste del árbol y para siempre nos olvidamos del sombrero
que era como un sol en la noche de la fiesta
cerramos con llave porque creíamos que estábamos cometiendo un pecado
o porque si cerrábamos lo que íbamos a hacer sería un pecado

cuando con tu boca grande envolviste la boca dura de una botella
tus ojos, dos ranuras de fuego verde
se dirigieron a mí
que era la destinataria del beso y del trago

por una carcajada arrancaste la botella de golpe
de tus labios mojados salía la risa del primer sorbo de champagne
¿ustedes se besan mucho todavía?
él se te acercó, te envolvió, dijo “yo sí te traje un regalo”

el paquete era ahí, encontraste su lengua gorda, grandota
que se revolvía en ochos con la tuya, blanda y descarada
después esos chuik chuik chuik chuik chuik
cortos, seguidos, ruidosos, que hacían ansiar

en una milésima de segundo estaba borracha o enamorada
pero vos te estabas arrepintiendo de todo lo que iba a venir
del arrepentimiento mismo
ya no éramos tan jóvenes como para decir a todo que sí
¿o sí?

yo también quería un trago
tu brazo fue ávido y me enlazó
tenías que besarme
lentamente lamí tu paladar
debajo de tu lengua una pelotita de carne
le hice un arcoiris con la punta
en tu boca un gusto tibiamente familiar
excitante tu saliva masculina
lo que hacían nuestras lenguas era danza

y aunque después hemos tenido las más hermosas conversaciones
y te haya escuchado las palabras más ácidas y tiernas a la vez
lo que tu boca me dijo con esos besos... fue luz de una luna aún no descubierta
yo chupaba tu inteligencia, tu sabiduría con chapa de calle

entre nosotros había amor incandescente y vos, divina, querías un pase de eso
humillaste con tu sonrisa plácida nuestra desesperación
él puso su ancha mano en tu muñeca y te atrajo
te miré mientras caías en la misma boca en que yo acababa de caer

ahora tu cuerpo tenía otro olor, combinaba con su transpiración sexual
inhalé profundo
podía escuchar, aunque venía la música,
el ruido que hacían sus bocas juntas y los murmullos de algo
que se decían en un idioma que pronto aprendí

entonces los árboles de la biblioteca comenzaron a derramar sobre nuestro ardor
sus hojas escritas con la tinta de nuestros ocultos, temblorosos, prohibidos besos




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